Esta tarta es una variante de la tarta que posteó Ana esta semana en este link:
y la verdad, tenía razón, sale riquísima y he logrado reconciliarme con los higos (figs) luego de muchos años de casi no probarlos.
Cuando era pequeña, creo que tenía unos 8 años, estábamos en el campo, y un amigo de mi papá, se trepó a una higuera y me convidó varios higos que yo devoré con cáscara y calientes. A él no le hicieron nada, pero yo, casi me convierto en angelito, de la terrible intoxicación que me dió.
Mi papá, insistía para que volviera a comer higos de nuestra casa, yo ya con más de veinte años, pero no hubo forma. Es por ello que mis hijos prácticamente desconocen los higos y mi marido, parece que los ha olvidado.
Hasta que el sábado, una amiga nos trajo de su árbol, además, como he contado antes, tenemos pendiente ir a buscar higos de un cliente y hacer para ambas familias el dulce, tengo en mente la receta de Oli.
Aún me falta hacer la receta de María y la de Vero, con jamón crudo y queso.
Será por este desconocimiento de la fruta, que en casa nadie comió la tarta excepto yo. Como verán , es pequeña, y no la hice con hojaldre, sino con masa quebrada, comprada, un poquito dulce.
El relleno: trocitos de queso Monterey Jack, sour cream (crema ácida), dos huevos, un poco de sal, los pocos higos que tenía pelados y cortados al medio, cuidando que la parte de las semillitas quedara hacia arriga, sin cubrir con la mezcla.
La sorpresa, los higos, sin necesidad de azúcar (Ana le agrega azúcar marrón creo), quedan un tanto caramelizados. No digo más, tienen que probarla, no quedó muy prolijita pero la he disfrutado mucho.